07 de març 2008

On demande...

Sóc jo, que vinc a tu i he començat el joc
d'aquesta estranya relació de pedra.
Quan et vaig descobrir ja eres morta,
cos mineral, derrotat sense glòria.
Vaig dir el teu nom a la porta de l'est
i l'aire nou et va fer viva per a mi:
hi havia sol i estrelles al teu front,
vaig aprendre a estimar-te.
Seia sovint a la teva ombra i el vent jugava als meus cabells,
als teus llorers i a les pàgines curtes
dels llibres dels poetes.
Rèiem, llavors, del vol d'una oreneta,
de la vida creixent d'un món nostre,
de la lenta carícia dels amants que tu amagaves,
devia ser a la primavera.

Així com ara, ja passat l'estiu,
sentim, tu i jo, que la claror ja minva,
que el nostre món se'ns torna hostil,
que ens arrossega com la pluja al torrent,
plega les ales dels ocells,
estripa els llibres dels poetes,
nega el pas dels amants al camí
i ens avisa de l'ombra que s'acosta.
Corro a la porta de ponent i tot és cert:
aquesta és la resposta als dies que vam viure feliços.
M'assec, ara per sempre, vora teu
i espero que, als teus braços, sigui el pas més lleu.

3 comentaris:

litos ha dit...

Gràcies, A.
Quants records...

Anònim ha dit...

Fa referència a alguna figura de la mitologia clàssica? El poema m´ha fet rellegir-ne un altre de Cernuda, titulat A las estatuas de los dioses:

Hermosas y vencidas soñáis,
vueltos los ciegos ojos hacia el cielo,
mirando las remotas edades
de titánicos hombres,
cuyo amor os daba ligeras guirnaldas
y la olorosa llama se alzaba
hacia la luz divina,su hermana celeste.

Reflejo de vuestra verdad, las criaturas
adictas y libres como el agua iban;
aún no había mordido la brillante maldad
sus cuerpos llenos de majestad y gracia.
En vosotros creían y vosotros existíais;
la vida no era un delirio sombrío.

La miseria y la muerte futuras,
no pensadas aún, en vuestras manos
bajo un inofensivo sueño adormecían
sus venenosas flores bellas,
y una y otra vez el amor tornaba
al pecho de los hombres,
como ave fiel que vuelve al nido
cuando el día, entre las altas ramas,
con apacible risa va entornando los ojos.

Eran tiempos heroicos y frágiles,
deshechos con vuestro poder como un sueño feliz.
Hoy yacéis, mutiladas y oscuras,
entre los grises jardines de las ciudades,
piedra inútil que el soplo celeste no anima,
abandonadas de la súplica y la humana esperanza.

La lluvia con la luz resbalan
sobre tanta muerte memorable,
mientras desfilan a lo lejos muchedumbres
que antaño impíamente desertaron
vuestros marmóreos altares,
santificados en la memoria del poeta.

Tal vez su fe os devuelva el cielo.
Mas no juzguéis por el rayo, la guerra o la plaga
una triste humanidad decaída;
impasibles reinad en el divino espacio.
Distraiga con su gracia el copero solícito
la cólera de vuestro poder que despierta.

En tanto el poeta, en la noche otoñal,
bajo el blanco embeleso lunático,
mira las ramas que el verdor abandona
nevarse de luz beatamente,
y sueña con vuestro trono de oro
y vuestra faz cegadora,
lejos de los hombres,
allá en la altura impenetrable.


Ai.
P.

Anònim ha dit...

Fa referència a alguna figura de la mitologia clàssica? El poema m´ha fet rellegir-ne un altre de Cernuda, titulat A las estatuas de los dioses:

Hermosas y vencidas soñáis,
vueltos los ciegos ojos hacia el cielo,
mirando las remotas edades
de titánicos hombres,
cuyo amor os daba ligeras guirnaldas
y la olorosa llama se alzaba
hacia la luz divina,su hermana celeste.

Reflejo de vuestra verdad, las criaturas
adictas y libres como el agua iban;
aún no había mordido la brillante maldad
sus cuerpos llenos de majestad y gracia.
En vosotros creían y vosotros existíais;
la vida no era un delirio sombrío.

La miseria y la muerte futuras,
no pensadas aún, en vuestras manos
bajo un inofensivo sueño adormecían
sus venenosas flores bellas,
y una y otra vez el amor tornaba
al pecho de los hombres,
como ave fiel que vuelve al nido
cuando el día, entre las altas ramas,
con apacible risa va entornando los ojos.

Eran tiempos heroicos y frágiles,
deshechos con vuestro poder como un sueño feliz.
Hoy yacéis, mutiladas y oscuras,
entre los grises jardines de las ciudades,
piedra inútil que el soplo celeste no anima,
abandonadas de la súplica y la humana esperanza.

La lluvia con la luz resbalan
sobre tanta muerte memorable,
mientras desfilan a lo lejos muchedumbres
que antaño impíamente desertaron
vuestros marmóreos altares,
santificados en la memoria del poeta.

Tal vez su fe os devuelva el cielo.
Mas no juzguéis por el rayo, la guerra o la plaga
una triste humanidad decaída;
impasibles reinad en el divino espacio.
Distraiga con su gracia el copero solícito
la cólera de vuestro poder que despierta.

En tanto el poeta, en la noche otoñal,
bajo el blanco embeleso lunático,
mira las ramas que el verdor abandona
nevarse de luz beatamente,
y sueña con vuestro trono de oro
y vuestra faz cegadora,
lejos de los hombres,
allá en la altura impenetrable.


Ai.
P.